Observando las olas al amanecer, mirando transparencias, ondulaciones, la caricia del agua sobre una arena limpia, pequeños golpes de mar que se dispersan suavizando el embate y recreando la belleza de las formas que dibujan corrientes y que a la vez, forman esas líneas juguetonas, efímeras, en la superficie de la playa…
Curioseando sobre mis propios pasos me adentré en el cristal del agua, me sentí partícipe de la obra de arte que se deslizaba entre los dedos de mis pies, así corrí volviendo a mi niñez y sonreí mirando al mar y me llené de asombro viendo cómo entre la espuma se alejaban los años ya vividos…
Todo era nuevo en un instante. Frente al mar pude percibir, imaginar, el esplendor del fondo, su misterio, su abismo, los precipicios las cavernas. Y sí, fue precioso palpar la lisura de la superficie más cercana, los planos y las formas de otra geometría inmediata, más dúctil y en bonanza…
Percibiendo este instante ya mereció la pena ir al mar.
©Julie Sopetrán
Cierto… 😉
Un abrazo Julie
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Hola Piedad, agradezco tu visita. Besos.
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Muito bonito!!! Gracias
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Muchas gracias Mara. Besos.
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¡Que hermosura Julie! Me he sentido en la playa, he sentido el agua. Es una descripción maravillosa.
Besos amiga.
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Gracias María, agradezco mucho tus palabras. Mi abrazo fuerte.
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Incluso con los pies secos, el mar merece una visita. Un abrazo.
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Así es Carlos, sobre todo para los que vivimos tierra adentro. Mi abrazo. Gracias por tu lectura.
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Preciosos dibujos, que apenas te vas de ellos, ya los estás echando en falta. Hacía dos años que no había ido hasta él, fue una maravilla disfrutar de su vista incluso desde el sofá. Me encanta.
Besos y abrazos.
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Muchas gracias Rosa. Me alegra mucho saber de ti. Mi abrazo fuerte.
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Bravo, Julie, me encantó! Y lo sentí como si estuviera ahí mismo (tal como me ocurre otras veces cuando te leo)
Besos
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Gracias Úrsula, me alegran mucho tus palabras. Agradezco mucho tu visita. Besos.
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Esa arena sirve incluso, para limar las durezas de los pies… Amiga Julie, no quiero quitar encanto al comentario (que lo tiene y mucho), pero soy positiva y realista por encima de todo. A cierta edad, nos viene muy bien caminar por la orillita del mar, recordando o suavizando, ¿qué mas da?. Un besito
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Gracias Medi, sí, es una belleza caminar a la orilla del mar y detenerse a leer su lenguaje…
Gracias por venir a leer. Un beso fuerte.
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Siempre nos queda la lluvia, un beso Julie.
Cecilia – Lluvia from super duque on Vimeo.
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Gracias Antonio, qué belleza de video, y sí, para los que vivimos tierra adentro… «siempre nos queda la lluvia» y en la voz de Cecilia, incluso para los días que no llueve. Me encanta. Un beso fuerte.
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Lo tengo tan cerca en la Isla Margarita, que comparto tu sentir.
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Gracias!!
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Me encanta esa sensación del agua que acaricia la arena.
Y la foto es preciosa mi niña. Muy real.
Gracias Julie. Un abrazo corazón.
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Muchas gracias Esperanza, me alegra mucho saber que te gustó. Besos.
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Cada vez que leo tus excelentes publicaciones, me impresiona cada vez más esa capacidad de observación que transforma lo que te rodea, en Poesía, aún cuando parezca prosa. Un gran abrazo Julie
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Gracias Arpon, amigo, por tus palabras que siempre me reconfortan y animan. Un fuerte abrazo.
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Vas al mar… y el mar va a ti. ¡Feliz encuentro!
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Así es Julio… Gracias amigo. Un fuerte abrazo.
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El mar siempre merece la pena!! Preciosa prosa poética!!
Un abrazo
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Muchas gracias, María agradezco mucho tu lectura. Un beso.
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Es un placer leerte!!😘😘
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💖
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Me encanta
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Muchas gracias por tu lectura etiliyle. Un beso.
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Muchas gracias por compartir Gocho. Lo agradezco mucho y te mando un abrazo.
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El mar, como la Luna, Julie, guarda tanta hermosura, tantos detalles. Yo que siempre he vivido a su lado y los he visto crecer al unísono en cada noche recordable, no me canso de verlos y de admirarlos, uno reflejando al otro e, iluminándose ambos como si fueran el mismo.
Tú que eres una mujer de instantes, de detalles…disfrútalos.
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Así es, amigo, yo vivo en el campo y aunque lejos del mar siento lo mismo que tú, a veces tengo que ir a verlo, a vivirlo más de cerca… sí, lo siento muy dentro de mi, tal vez porque vivo tierra adentro. Gracias por tus palabras. Cuando era niña me subía a un viejo peral para mirar mejor al cielo e imaginaba que era el mar, y el peral un barco… Un fuerte abrazo.
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La niñez siempre marcará nuestros sueños, Julie. El mío era un alcornoque inmensamente
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robusto, con unas ramas largas como los años y una sombra profunda como la vejez. Desde allí, desde su cima frondosa y ancha, todo marecía mar. Y yo era un hombre.
Treinta y ocho años después aún paso por su lado y cada vez me convierto en el hombre que soñaba desde el niño que sigo siendo. Y sigue el mar tan grande y tan azul como siempre.
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