INVIERNO

En mi paisaje, el árbol, es el centro del mundo.

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INVIERNO

Cuando el frío visita los campos, en el principio del solsticio de invierno, las lluvias, el hielo y la nieve, revisten sobriamente este paisaje donde habito. Son seis meses duros, ásperos, cuando más aprecio el calor del hogar. Mirar por la ventana puede ser un alivio para sobrevivir a la monotonía que motiva escuchar el silencio o la música, sabiendo que la casa está caldeada, porque en la estufa arde la encina. Afuera hace frío, el ambiente es gris, tibio, gélido… La lluvia y la nieve exhiben su aterida belleza y en los páramos, se observa esa seriedad que entibia no sólo el cuerpo, también el alma se entumece. Los surcos de la tierra, recién arados, se dejan cubrir por los copos de nieve. Los espacios vacíos desfallecen por el hielo invisible que los habita y en el centro de cualquier proyección, se estremece la vida contemplando el paisaje. El trigo empieza a crecer y los colores avivan la esperanza: marrón, blanco, verde, gris… en la mirada. Contemplo aquel árbol solitario, él es el fuego, él es la subsistencia, la navidad, el eje, la flecha, el barco que me indica lo estático, lo real, lo explícito, lo verdadero… El paisaje se convierte como en un mar de tierra limitada que tienes que afrontar con amor, como lo hace el árbol. Superar la austeridad del entorno, forma parte de esa espera de la primavera que dará más luz y color a los campos. El invierno nos descubre el origen, nos orienta hacia lo que elegimos. En mi paisaje, el árbol, es el centro del mundo.

©Julie Sopetrán

Queridos amigos lectores, les deseo a todos Feliz Navidad, que cada uno de nuestros inviernos, se llene de luz, de paz, de justicia, de Amor, para que podamos florecer en primavera. Abrazos compartidos.

Autor: Julie Sopetrán

Escribo porque no puedo dejar de hacerlo Quiero aprender de los que saben más y enseñar a los que saben menos.

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