
Ayer, recuperé el brasero doméstico que utilizaban mis padres en los inviernos. No encontré la alambrera metálica que se ponía encima de las ascuas para protegernos, pero todavía tenía su soporte de madera. Ya está muy viejo, me sirvió para recordar y experimentar esa sensación de calor antiguo, tan acogedor, tan familiar, tan íntimo. Las brasas que saqué de la estufa, con un recogedor, le dieron al ambiente ese tono brillante y cálido del pasado y me hizo recordar el carbón vegetal de cisco o picón que le mantenía ardiente por varias horas. Lo coloqué en el centro del salón, recibiendo así a los primeros fríos de noviembre. En unos segundos, el ambiente estaba caldeado. Añoré la mesa camilla de mi madre donde se sentaba a hacer ganchillo… Aquella mesa, con su tarima de madera perforada en el centro para colocar el brasero donde posábamos y calentábamos los pies. Tampoco encontré la badila, con su paleta redonda que servía para avivar las ascuas entre la ceniza y echar una firmita sobre las cenizas. Recuerdo que casi todas las mujeres del pueblo tenían cabrillas en las piernas, una especie de manchas que se inflamaban, producidas por ese calor concentrado entre las faldas de la mesa. La familia, tenía que tener mucho cuidado por los incendios a través de las faldas, tanto de la mesa camilla, como de los vestidos y faldiqueras de las abuelas y también había que prevenir del tufo y del monóxido de carbono, si la habitación se mantenía cerrada y no tenía ventilación era muy peligroso. Nuestros abuelos nos avisaban de estos inconvenientes que podía proporcionarnos el brasero. Y todos vigilábamos sus advertencias. Hoy, como una reliquia, pongo en acción esa historia no tan lejana… porque, siempre es bueno recordar el pasado o por lo menos conocerlo por si tenemos que volver a él.
©Julie Sopetrán
Ante el frío extremo, apretujados más que reunidos alrededor de una fuente de castañas, escuchando en una radio medio desvanecida las aventuras de El Zorro Zorrito mientras el viento helado se colaba aullando por las rendijas. Hoy las ventanas herméticas desaconsejan ese método calefactor. Salamandra era un artilugio con brasas para templar el colchón. Un tiempo que espero no retorne jamás. Un abrazo.
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Ojalá no retorne jamás, Carlos. Gracias. Un abrazo.
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… Dios nos libre. Saludos.
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Esperemos no volver a lo mismo, Iñaki. Saludos.
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Sensación de añoranza, de un pasado reciente que huele a familia y una cierta modorra producida por las ascuas.
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Gracias, María, me alegra saber que te trajo recuerdos… Besos.
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… Era mi abuela viejita y de vrz en cuando le echaba uns «firmita» al brasero. Saludos.
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Sí, el brasero, nos trae el recuerdo de las abuelas, de la infancia. Y de esas firmitas sobre la ceniza cuando parecía apagado y de repente se veían las ascuas… Gracias Iñaki. Mi recuerdo para Veracruz. Saludos.
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Yo tengo un brasero con badila y todo…pero de adorno, ya no hay calor de hogar, ni reuniones alrededor de la mesa camilla y ni siquiera se hace ganchillo, pero recordar aquellos tiempos te hace sonreir y pensar lo mucho que ha cambiado todo.
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Gracias, Junopros. En unos cincuenta años han desaparecido muchas cosas además de su rico vocabulario… Sí, es bueno recordar. Muchas gracias por tu lectura. Un abrazo.
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¡Qué detalle tan lindo! Muchas gracias, amigo. Un abrazo y mi cariño siempre.
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Que vivo recuerdo, que buena descripción, sentía el calor del brasero bajo la mesa, mientras fuera la nieve cubría el paisaje, y los más pequeños, rabiábamos de ansia, por alejarnos del calor protector, y lanzarnos de lleno en la montaña de nieve. Me ha gustado tu entrada, me da ideas y todas buenas ¡¡ seguiré por aquí un saludo !!
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Muchas gracias, Mik, aprecio tus palabras y tu lectura. Me alegra mucho saber te trajo recuerdos… esta lectura. Mi cordial saludo y aprecio.
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Gracias Julie, a ti, por escribir y regalar esa magia que habita en tus escritos, voy a seguir leyendo tus poemas, tus reflexiones, porque siento que me enriquece hacerlo, y además son un océano donde poner a navegar la inspiración. Un abrazo.
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Gracias Mik, deseo que esta lectura te enriquezca. Yo también me adentraré poco a poco en tu blog.
Muchas gracias. Mi abrazo.
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That picture just brought warmness to the cold wintery day here.
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Thanks a lot
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En parte de Andalucia le decimos «la copa»

Un beso Julie.
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¡Qué hermosa pintuira, Antonio! Siempre me gustó Romero de Torres. No sabía que en Andalucía al brasero se le llama Copa. Qué bonito… Gracias, amigo. Un fuerte abrazo.
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Bella imagen y sus letras, Julie
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Gracias Leyla! Un placer saber que vienes a leerme. Besos. Feliz 2021. Abrazos.
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Beautiful blog
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Thanks very much.
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Keep safe
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Thanks very much. You too.
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Que post tan entrañable Julie y que recuerdos tan bonitos de mi infancia y de ese brasero de mi abuela, con sus cabrillas incluidas y el ganchillo en la mano. Gracias poeta.
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Gracias, Carmiña, sí, son recuerdos muy bonitos de tiempos pasados. La mesa camilla era algo especial, entrañable… Gracias amiga. Mi abrazo y cariño.
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Gracias a ti por escribir cosas tan bonitas
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