Hoy pasó por mi puerta con su rebaño, con su zurrón, su vara o cayado, sus dos perros y casi dos centenas de ovejas todavía sin esquilar y otras tantas cabras. Ahora el cerro y el prado están verdes, hay hierba y pasto suficiente para el ganado. Jesús, el pastor de mi pueblo, es un hombre joven, amable, sonriente, sabio. Me habla de los corderos, de los precios de la carne, de la leche, de lo difícil que es sobrevivir en estos tiempos donde los impuestos y los gastos no armonizan con sus esfuerzos. La burocracia establecida es demasiado exigente y apenas tiene ganancias para sobrevivir. El pastor es la persona que más sabe del tiempo, de sus ovejas y de la naturaleza. Desde niño aprendió a salir al campo, aprendió esas tareas duras de dirigir al rebaño por las cañadas y respetar las normas agrícolas. Las nuevas tecnologías lo ahogan y va subsistiendo adaptándose a los términos municipales por los que pastorea. Lamentablemente es un oficio en extinción. Su trabajo no es apreciado ni pagado como debiera. Pero yo no puedo pensar, sentir este paisaje, sin el rebaño de Jesús, sin la presencia de las ovejas y las cabras rumiando la hierba de la primavera y, los perros amaestrados, dirigiendo el camino que han de seguir las ovejas a la orden de su pastor, ellos son los guardianes del redil. Las ovejas son muy sensibles porque no ven de lejos, lo ven todo de cerca, conocen la voz de su pastor que siempre va delante de ellas para protegerlas y obedecen y siguen su mandato dócilmente. Me recuerdan la infancia el ruido de cencerros al unísono, cuando las oía pasar yo pensaba que su sonido sería parecido al que hacen los ángeles cuando cruzan invisibles por nuestro lado…
©Julie Sopetrán
Jesús el Pastor
El buen pastor cuida de sus ovejas. Así nos habla el evangelio de esta semana. Y como ves es tan real!.
Jesús, sigue llevándolas por el buen camino. Ellas confían en tí. Tu no les puedes fallar.
Julie, que tengas un buen día!.🥰
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Es cierto, Pepa, ni cuenta me había dado de ello. Y todo es real, pues nadie como el pastor, conoce a sus ovejas… Feliz domingo, amiga. Un abrazo. Cuídate mucho.
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Querida amiga.
Un relato precioso. Hemos sido una generación privilegiada, hemos vivido tantas cosas hermosas…
El ruido del cencerro, a mí me lleva a la hora de la siesta, puntual el pastor a su paso por mi ventana. Las cuatro de la tarde.
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Hola, María, qué alegría verte por aquí. Es cierto, hemos vivido tantas cosas hermosas nada comparables con lo que se vive hoy, claro. Esa filosofía de la vida que nos enseñó a ser como somos… Gracias por tus palabras que aprecio mucho. Mi abrazo.
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Cuando es citadino, difícilmente puede disfrutar de estas figuras de los pastores. Más bien pensaba que era un oficio ya extinguido. España tiene muchas comarcas, así que es lógico que algunas conserven está tradición. Un relato, como es tan real por las fotos así lo demuestran, es muy acogedor.
Buena semana para ti Julie.
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Hola Manuel, claro, en la ciudad es difícil percibir estas vivencias. Todavía nos queda algún pastor por estos caminos y cañadas de Castilla, pero sí, están en extinción, aunque por aquí tenemos la fortuna de tener algunos rebaños todavía. Muchas gracias por tu visita. Aprecio mucho tus palabras. Mi abrazo.
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Por nada Julie. Para mí, es un placer leerte. Mis saludos con el cariño de siempre.
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Vino Jesús a rendir cuenta de sus cuitas ante la cronista de la villa y se va feliz porque halló quién supiere admirar su labor. Si no pedía más, tampoco obtuvo menos. ¡Que sordos quedan los campos de Castilla, cuando callan los cencerros!
Es un relato emocionante Julie. Un saludo.
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Gracias, Carlos. Lo has expresado muy bien, mejor, imposible. Agradezco tus palabras, amigo. Un abrazo.
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La vida del campo es dura, para estos pastores en extinción dadas las grandes empresas acaparadoras que encarecen todo y compran todo lo que pueden, a precios irrisorios. Siempre he apoyado el comprar a este tipo de gente como a muchas otras más que viven ya sea del campo o de sus artesanía sin regatear, igual como hacemos cuando vamos al súper, donde con frecuencia compramos sucedaneos y/o productos de calidad dudosa. Siempre agradables y certeras tus observaciones y añoranzas Julie. Un gran abrazo
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Gracias, Arturo. Sí, las grandes empresas se apoderan del campo, profesiones de toda la vida, quedan en desamparo total. Y los que vivimos y observamos la vida campesina, nada podemos hacer para salvarnos de las mafiosas garras empresariales. Y los gobiernos tampoco quieren ver esta realidad. Un fuerte abrazo.
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¡Qué maravilla, Antonio! Muchas gracias, esto sí que es un regalo, precioso. Me ha encantado. Mi abrazo grande.
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Hace tiempo que no sabía de tí querida Julie, me ha gustado tu relato aunque yo de campo se poco. He ido más de excursiones a las playas de mi ciudad e ignoraba que las ovejas son miopes (mira, algo tenemos en común, aunque yo prefiero protestar a balar y lo de ir en rebaño, tampoco me gustó. En eso sigo, es tarde para cambiar). Espero que estés bien y te hayan vacunado, te mando un fuerte abrazo,
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Hola, Carmen, me alegra tu lectura. Te comprendo, cada uno aprecia lo que tiene a su alrededor y es normal que no veas pasar al pastor y te pares a observar las ovejas… Estoy bien gracias a Dios y me cuido. Te mando un fuerte abrazo.
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Gracias Julie por compartir tan rico y sensible relato. Es una experiencia que los del asfalto no sabemos apreciar, pero sin duda que es una bella imagen la relación del pastor y sus ovejas. ¡Cuánto hemos de aprender de las personas sencillas y limpias de corazón!
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Gracias, Marycarmen, aprecio mucho tus palabras y sí, siempre aprendemos de los demás. El pastor es un libro abierto en este paisaje. Muy agradecida por tu lectura.
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Reblogueó esto en Acuarela de palabrasy comentado:
Este relato evocó en mí viejas historias de mis familiares que emigraron de la campiña gallega hacia la ciudad de Buenos Aires… Me conmueve que aún existan en algunas tierras españolas pastores y, seguramente, pastoras. Mi madrina, Esperanza, me hacía reír cuando me contaba que, de vez en cuando, se le escapaba alguna oveja y tenía que chiflar para pedir ayuda a alguno de su casa y poder correr a recuperarla. Gracias Julie!
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Sí, existen pastores todavía en España, y pastoras. Ya están en extinción en esta zona de Castilla. Yo escribí un libro que tengo por ahí, inédito, que lo titulé: La Oveja Muerta, inspirado en una oveja perdida que murió en la cuneta de una carretera y cada vez que cruzaba por allí fui viendo cómo se iba desintegrando día a día… Luego supe que el pastor estuvo días buscándola y no la encontró. Son historias de nuestro día a día en el campo. Me encanta conocer tu historia familiar procedente de Galicia… Famosos son también los pastores vascos en California… Gracias, amiga, por compartir mis pequeñas cosas. Un abrazo fuerte.
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Otro abrazo para vos, apreciada Julie.
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Hermoso texto, Julie
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Gracias, Leyla. Agradezco mucho tu lectura. Besos.
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El perro de la foto es idéntico al que tiene mi hija en Almería; de hecho, se lo regaló un pastor. ¡Qué coincidencia!
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