LA DESNUDA INOCENCIA

Cuando la energía del mar nos vuelve niños…

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LA DESNUDA INOCENCIA

Porque según la ciencia, la vida comenzó en la mar y frente a esa inmensidad nos sentimos tan niños, tan desnudos, tan frágiles… Nos fascina su movimiento, su fuerza, su belleza. La contemplación del niño desnudo frente al agua, me sugiere la bondad y la maldad del mundo representada en la riqueza marina. Aunque en el placentero gusto del juego, presiento también la furia perversa del oleaje en los huracanes… En esa situación ambivalente de desnudez y frescura, es donde y cuando aprendemos a ser libres. Me atraen los azules, las espumas, los reflejos del sol en la húmeda arena. Siento el agua en mis pies descalzos y espero que la ola me empuje en su vaivén contradictorio de vivencias. Me fascina la vida en movimiento, los pasos de este niño viviente, el miedo, la candidez, el asombro, las nuevas sensaciones, la impresión, el estreno. Es el deseo de comunicarse con el misterio o de interpretar el mensaje del tiempo. Es el placer, la inconsciencia, el candor de sentir en la simpleza aparente de lo inmenso, lo que impulsa a los pies dar un paso… ¡Y son tantas, tantas cosas las que expresan la pureza del ser en el instante…!

©Julie Sopetrán

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DESNUDO

Todo desarrollo implica dolor

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Fuerarropa de hojas con los brazos desnudos
echando al aire el vaho de su inocencia
en desabrigo y solo
descalzo y vagabundo, al descubierto,
el árbol llora
entre la niebla del invierno…
No, no puede salir corriendo entre la nieve
Se ha librado del fuego, la nube le sonríe
Al natural, contempla los paisajes blancos y tirita de frío
en cueros vivos, se deja aneblar el instante
como si fuera un niño adolescente
mientras el agua nieve va dejando en sus ramas
los besos de ese efluvio que es la vida.

©Julie Sopetrán

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