LA NUBE

Una obra de arte expuesta en el cielo.

nubes

Existen fenómenos atmosféricos que me sorprenden como esta nube que a simple vista diría que es una fantasía. Pero bien pueden ser nubes lenticulares que aunque parecen auténticos platillos volantes, tan sólo son cúmulos nubosos formados por el viento y la humedad. Los expertos dicen que se ven sobre todo en lugares montañosos, sin embargo, pude captar la foto desde la misma puerta de mi casa en el campo y en un lugar totalmente llano. Sea lo que sea, sobre todo me llama la atención su forma artística, su arquitectura, su colorido, es como si admirara una auténtica obra de arte expuesta en el cielo.  No es la primera vez que he captado estas nubes con diferentes formas geométricas, que me sugieren, no lo que los meteorólogos llaman falsas visiones, no, yo creo que son auténticas bellezas que no se sabe quien las exhibe ante nuestros ojos, no para saber si es o no una ficción, pero sí, para recrear nuestra sensibilidad, para sentirnos parte de una naturaleza viva, diversa, hermosa, agradable… El hecho de esta contemplación, a mi por lo menos, me hace sentir persona cercana a la naturaleza y a su gran magnitud. Y sí, es importante percibir que somos parte del universo y que podemos ensanchar nuestro espíritu ante lo inexplicable.

©Julie Sopetrán

 

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UN DIBUJO EN LA ARENA

El Arte siempre está vivo en el camino.

A veces me gusta caminar por lugares extraños. Me atraen las ruinas, tal vez porque he crecido entre ellas. Pero no son lo mismo las ruinas de un monasterio que las de una mina de plata. Ambas representan la vida muerta. Es una sensación desoladora. Es la conmoción que te hace pensar en lo que ha sido y ya no es. Incluso sientes, lazos que no has vivido,  pero te inquietan, porque quedan desprovistos de amparo o comodidad funcional. En esta mina de plata, abandonada, me adentré en lo que, en su momento, fue un lavadero del preciado metal, ya no tenía agua, sólo un inmenso campo de arena, donde había dunas desquebrajadas, árboles secos… Observé, en esa materialidad destruida, huellas multiformes, apariencias extrañas, aspectos geométricos, dibujos abstractos que tal vez se han configurado de forma espontánea a través del viento y la lluvia. Algunas piedras dispersas, rastros de lavado que daban un brillo especial al lugar a través de los rayos del sol, reposando huellas de aquel preciado metal blanco, brillante, dúctil y maleable de la plata. Hice algunas fotos pero entre ellas presté especial atención a la que muestro hoy. Es un dibujo raro, casual, sugerente, hecho por la naturaleza del abandono en la arena desoladora de esta mina abandonada en plena sierra. La realidad nunca se destruye del todo. Y el arte, si observamos, siempre está vivo en los caminos.

©Julie Sopetrán

LA LUNA LLENA

Es bueno detenerse en los detalles del misterio…

luna

Estos días la luna ha sido la protagonista de mis noches, tan brillante, tan intensa, tan luminosa… que me hacía olvidar las tinieblas. De repente las sombras se disipaban y el sueño daba paso a la contemplación de esa belleza estelar de la media luz cargada de esas suavidades que estimulan la imaginación desde cualquier ángulo de la puerta o de la ventana. La caricia de una luz suave y delicada le daba otro perfil a las cosas, los árboles, las flores, las lomas, el mar, la pequeña orografía que abarcaban mis ojos, me ofrecían las imágenes desde otra dimensión, que en otros momentos, me hubieran pasado desapercibidos. Disfruté los realces, los montículos, las geometrías del cerro que rodea mi casa y hasta divisé las pequeñas almendras ya casi maduras en octubre. Es bueno detenerse en los detalles del misterio. Le sonreí a la noche,  supe que la luna me sonreía por encima de todo, incluso por debajo del agua del estanque. Supe también, que con ella, nada es exacto, su redondez dura el instante y aquel era un momento para la observación de su belleza conectada a mi interior por un hilo de luz. Sus fases son las mías, se vuelve oscura y clara cuando quiere, enciende su linterna y la apaga para estar y no estar en los procesos de su caminar. Se esconde, reaparece, viaja, se pierde, llora, sonríe, es divina y humana, trágica y romántica… Nos parecemos tanto que hasta pude entender las secuencias de su fantasía guiadas por la intuición de un mismo instante…

©Julie Sopetrán

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