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NI MÁS NI MENOS

(Desde la conjunción copulativa)

Ni para vino tiene la pobre de la esquina
y ni pincha ni corta su vida inalterable;
ni por asomo, nadie, le deja una propina
y ni por esas, muestra, su gesto más amable.

Y ni unos ni otros saben, ni sospechan su vida
y ni qué decir tiene que fuera un qué sé yo…
Porque no soy de piedra, le dejo mi comida
y ni que fuera muda, ni las gracias me dio.

No es ni mucho ni menos, ni que fueran patatas
era un pollito asado de fino comedor;
ni mirarlo siquiera, ¿mi compra era barata?
Cual si hablara con sordos, se me encogió el amor.

Que ni por un momento pensé que la ofendía
ni sé cómo la pena se apoderó de mí;
ni un ápice de nada, todo es melancolía
ni fu ni fa la pobre dijo ni no ni sí…

Ni caliente ni frío, ni pude hacer más nada
que dejarle mi pollo templado allí en el suelo;
me fui, la calle oscura, ni tú ni ta, cansada
me acurruqué en las sombras para mirar al cielo.

Me equivoqué de calle, volví sobre mis huellas
ni un gato, ni un cometa, ni un tantito de gesto,
regresé por su lado, pude ver una estrella…
Y de aquel pollo asado, no quedaba ni resto.

©Julie Sopetrán

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A LEÓN FELIPE

Poeta del camino. Caminante.
El éxodo…El llanto te acompaña
desde la soledad crece en tu entraña
la esperanza del sueño relevante.

Bohemio. Actor. Poeta del instante
que observa de la vida su maraña;
sientes de corazón que muere España
De tristeza se viste tu semblante.

Versas tu soledad donde los cuentos
expresan el terror de lo vivido
y lo sabes muy bien, son los sarmientos
del fuego que la guerra ha consumido.

Cual libre pensador en movimiento
en el exilio encuentras… lo perdido.

©Julie Sopetrán
Libros y más.
6 de Mayo 2023

Con este poema rindo un pequeño homenaje a León Felipe.
Poeta que siempre he leído y admirado, desde mi adolescencia.
Hoy en el Grupo de Cultura: Libros y más, en Guadalajara, España.
Leeré este poema, en honor al poeta que, como yo, amó México.

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DEL SUEÑO A LA REALIDAD

Río Dulce (Guadalajara, España)

DEL SUEÑO A LA REALIDAD

He jugado a soñar que estaba muerta
por saber si en la tumba hay otra cosa
más suave que el perfume de la rosa
embalsamando el aire de mi puerta.

He jugado a vivir y está desierta
la dicha que soñé maravillosa,
he sentido el dolor que me reposa
y la mano divina que me injerta.

No estoy muerta, tan sólo estoy amando
esta ilusión tan dulce y tan sentida
que viéndola pasar, me va llevando

Me lleva, hasta dejarme convencida
que es el Amor el que me está creando
que es al Amor al que le debo vida.

©Julie Sopetrán

De mi libro inédito: Neo-Amorismos

Organizando poemas del pasado, encontré este poema que escribí en el año 1984. Hace unos cuantos años. Quise corregirlo, pero no, lo dejé como estaba en su primera idea y palabra. También podría ser, de la realidad al sueño, cambiando el título. Realidad y sueño, sueño y realidad, forman el conjunto de ser y estar en el Universo. Y es el lector quien imprime su significado. Cuando el río deja de correr, se convierte en espejo y las hojas del chopo coronan su belleza.

©Julie Sopetrán

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EL ESTABLO PERDIDO

Otro niño en cualquier parte
pierde la vida en el agua
porque se hunde la piragua
que con sus padres comparte
Y así el miedo se reparte…
¿Quién grita lo sucedido? 

En un establo perdido
el Niño Dios ha nacido 

Ajeno a la circunstancias
más niños, padecen hambre
viven en una cochambre
sin disfrutar de la infancia
Parece una disonancia…
¿Y tú sabes si han comido? 

En el establo perdido
el Niño Dios ha nacido

Un tercero, sin zapatos
pordiosero y harapiento
mendiga con sufrimiento
soportando los maltratos
Resiste los malos ratos…
¿Quién sabe adónde se ha ido?

En un establo perdido
el Niño Dios ha nacido

El buey relame la paja
los niños pobres también
y todos van a Belén
para ofrecer su migaja
Y yo miro cabizbaja…
¿Tiene el dar tanto sentido?

Si el niño Dios ha nacido
¿Por qué todo se ha perdido?

©Julie Sopetrán 

Amigos lectores de PERCEPCIONES. Os deseo a todos
Felices Navidades. Paz, Salud, Justicia y mucho Amor.
Si deseas seguir leyendo mis villancicos, te dejo esta
página:

https://eltiempohabitado.blog/villancicos/

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¡Vamos! ¡Vamos! (Villancico)

Hace frío, está nevando
vamos, vamos al portal
que se me acumula el llanto
.

Todos vamos a la par
con Jesús, José y María;
unos lloran de alegría
otros, no pueden llorar.
Sin comida y sin hogar
caminante y caminando
se nos acumula el llanto.
Vamos, vamos al Portal

que José ya encendió el fuego;
no dejemos para luego
lo que es sobrenatural.
El calor es esencial
para aliviar el quebranto
y eliminar nuestro llanto.

Ya el desierto tiene luz
y en el establo sin puerta,
nuestras almas se conectan
con el Divino Jesús.
El desierto es plenitud
y nuestras penas son cantos
donde se secan los llantos.

¿Y por qué lloramos tanto
si nuestra meta es Belén,
si Jesús es nuestro bien

y en su Luz nos refugiamos?
¿A qué esperas? ¡Vamos, vamos!

Hace frío, está nevando
que no se acumule el llanto.

©Julie Sopetrán
2022

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PAISAJE DE OTOÑO

Los labradores bordan

la tierra en el otoño

suavizan con la reja

la sed de las alberas

y enmarcan los relieves

marrones del ocaso.

La suavidad del aire

desmenuza los surcos

y amanece la escarcha

en los granos de trigo

que cayeron al borde

de muchas soledades…

Los labradores queman

la paja del pasado

pavesas que al mirarlas

revuelan la memoria

son rescoldos sin humo

sin crepitar de llamas

sin chispa que salpique

los pasos del camino.

El labrador ordena

los surcos uno a uno

versifica en la tierra

su poema  profundo

y abriga entre sus brazos

la luz de la mañana.

Las aves van pisando

la removida tierra

y no quiero espantarlas

porque están en su campo.

El labrador no sabe

que yo lo estoy mirando.

La tierra me sonríe

desde el fondo del alma.

©Julie Sopetrán

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PÉTALOS SOBRE EL AGUA

Pétalos como llantos en cauces de tristeza
así le das al río, ramillete de flores;
te conmueve el deseo de curar los dolores
y quisieras en duelo, retornar la belleza.

Lo importante es tu gesto que afirma la grandeza
de la flor, del misterio que engendran los amores;
lo importante es amarnos, hacernos sabedores
de la vida y la muerte que ostenta su crudeza.

Los deseos más nobles, los mueve la corriente
aromas y colores llegan a lo profundo
como un licor del alma: sin posos y sin poses. 

Es la actitud sensible que transpira el que siente
son las flores del cielo que crecen en el mundo
es la pena en su queja, gritándole a los dioses. 

©Julie Sopetrán

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EL MOLINO (II)

Les prometí seguir hablando del molino. El lugar donde yo empecé a escribir mis primeros versos. Su vocabulario se ha perdido, también las cesiones del agua, el caz ahora está vacío. Queda su esqueleto, alguna soga colgada, las piedras en silencio y todavía algún resquicio de harina escondido entre las viejas grietas de la madera. Los cárcavos o huecos  donde juega el rodezno del molino, ya están sucios y en la estancia se respira el recuerdo de la maquila o moltura bien cobrada. La maquila era esa porción de grano o harina que le correspondía al molinero por haber molido el costal de cebada. O sea el precio de la molienda en grano o harina.  La filosofía del molino se quedó conmigo y allí aprendí a moler, a remoler, a triturar, a parar el molino cuando reboñaba la rueda, o sea cuando había una rebalsa de agua en el cauce de salida. Era muy importante observar los niveles del agua y si te descuidabas, podría subir hasta el tragante desde donde se veía todo el cauce y la belleza de la zaya o caz del molino. Me gustaba contemplar el remolino que se perdía por el saetin que es el canal angosto por donde se conduce el agua hasta la rueda hidrahúlica que parecía atragantarse en las estrechas cañariegas. Otras veces, me distraían las ratas de agua escarbando en los huecos de los medievales lucernarios, parecía que buscaban su lámpara maravillosa.

Sobre la plataforma de madera me sentaba con papel y lápiz, tratando de escribir el poema que jugaba al escondite con la música de la molienda. A veces la harina llegaba hasta mis cejas y era así como me sentía, blanca entre las cosas que me rodeaban. Recuerdo que me quedaba horas observando la pelea de las cucarachas o esa ingenuidad de las crías de los ratones que iban y venían entre los llenos y apretados costales de cebada. Mi padre se alegraba cuando me veía trabajar fuerte para la casa. Su gran frustración es que yo había nacido mujer y él necesitaba hombres para trabajar el campo. Las mujeres habíamos nacido para estar en la cocina.  Pero a través de los años, descubrí que el molino, había sido para mi un lugar místico. Un lugar de monólogos íntimos. Un refugio activo de trabajo y oración, porque a mi manera, yo rezaba con la naturaleza. Allí descubrí el mundo de los sueños en mi adolescencia y aprendí a enfrentarme con la soledad, escuchando la canción del agua y de las piedras.

Julie Sopetrán

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VOCES DE GUERRA Y PAZ

Del infierno salieron las voces de la guerra
el eco de la espada, los gritos del disparo;
los metales salvajes que matan sin reparo
o el clamor de la bomba que destruye y aterra.

A la voz del silencio mi corazón se aferra
porque vivo la muerte de un mundo en desamparo,

busco el lenguaje puro de un horizonte claro
para sembrar mi sueño de PAZ sobre la tierra.

Si pudiera en mi verso deshacer la metralla
y convertir en flores la bélica codicia
con lenguaje de versos haría la batalla

y aunque sólo soy eco que busca la justicia
me entrego a la cadencia del corazón que calla
sabiendo que en la lucha sólo Amar es primicia.

©Julie Sopetrán

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AL MARGEN DE LA PRISA

AL MARGEN DE LA PRISA 

Vivir es el recuerdo de haber amado mucho
de sentir lo pasado, sin prisa, sin empeños;
la memoria es presente que en mi cerebro escucho
cual palabras que trazan anteriores diseños.

Vivir es movimiento, trayectoria infinita
compás, ritmo, repente de impensable latido;
es un todo en lo mucho que la sangre palpita
pausa de sentimiento que no admite el olvido.

Es temblor en el alma que al margen de la prisa
renueva los espacios de viejos ademanes;
es el gozo del tiempo vivido en la sonrisa
y es danzar sin agobios los diarios afanes.

El tiempo airea sueños que fueron esperanzas
Vivir es dar un salto y a la vez ir despacio
degustando sabores de todas las mudanzas
y andar, andar sin prisa, los trechos del espacio.

Aunque no sepa nunca el fin de mi destino
en mi paisaje hay fondos llenos de poesía; 

el canto y la cadencia me alegran el camino 
y es el verso sencillo, mi mejor compañía. 

©Julie Sopetrán 

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EL MOLINO

«Agua pasada no muele molino»

EL MOLINO

Yo tenía catorce años cuando mi padre me mandaba al ancestral molino de harina, mientras él y mi hermano, recogían la mies y completaban las tareas del campo en plena cosecha.  A veces, me quedaba ausente escuchando la canción de las piedras… Era la fuerza del agua moviendo esa maquinaria antigua del molino. Me gustaba oír su ronroneo, cantábamos al unísono. Ese estallido de espumas sobre el rodete, agua que luego se convertía en sobrante, en un arroyuelo cantarín y danzante entre las zarzas.  La gente llegaba con sus burro cargado con costales de cebada, algunos se esperaban a que lo moliera, otros, dejaban el costal de cebada y volvían a recogerlo al día siguiente. Y yo, entre molienda y molienda escribía mis primeros versos… Cargaba las espuertas de grano y las descargaba en la tolva de madera, era un ejercicio dinámico, mientras me sentaba a leer o a escribir. También me gustaba hablar con la gente que iba llegando a dejar la cebada. Pero ese sonido del molino, esa canción de las piedras lo recuerdo como un lenguaje de meditación y aislamiento.  Llegué a conocer ese lenguaje de la molienda. Por ejemplo al molino también se le llamaba la aceña. Es un vocabulario que ha ido desapareciendo. Al rodete también se le llamaba rodezno, que es la rueda hidráulica de corriente baja, donde va a parar el agua acumulada en el caz, que también se le llama presa o azud. Yo abría la compuerta interior y el agua se estampaba sobre los arcaduces o cangilones que caracterizan al rodete en su engranaje cónico que es lo que sirve, para con la fuerza del agua, mover las dos grandes piedras o muelas hechas con sus estrías labradas artesanalmente y gracias a la fricción que hacen las estrías entre las dos piedras, la cebada se tritura y sale hecha harina. Hay una estría de refrigeración y otra de molienda. Al hueco redondo que hay en el centro de las muelas se le llama ojo. A la piedra de arriba se la llama volandera porque da vueltas como si fuera en volandas y puede ajustar la molienda más fina o más gruesa y se ajusta con una ruedecilla. A la piedra de abajo, se la llama solera, que es la muela fija.   Todos los molinos de agua tienen un caz de traida y un caz de salida, sale el agua después de haber pasado por el rodete y va a parar al río. De ahí nace el refrán: «agua pasada no muele molino» porque ese agua ya no puede volver al caz de traída.   Todo molino tiene su boca. Es como un cubito de madera por donde sale la harina y también un cilindro cernedor por si se quiere cerner.  Con la pala de madera, me dedicaba a llenar los atrojes de harina y también los costales que traían los añacales. Añacal es la persona que llevaba la cebada o el trigo al molino. A veces, no podíamos con el peso, y el costal terminaba en el suelo. Dedicaré más tiempo al molino… Merece la pena recordar estos tiempos… cuando comencé a escribir mis primeros versos.

©Julie Sopetrán

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LA ESTRELLA

Dibujo de María José Riazuelo (https://tinteroypincel.com/)

Cuando era niña, en las estrelladas noches de verano, me sentaba a tomar el fresco con mi tía Josefa, ella me enseñaba a mirar el firmamento. No disponíamos de telescopio, pero recuerdo que mi tía me hablaba de la Vía Láctea, que cual polvareda atraviesa el cielo dividiéndolo en dos hemisferios. Yo lo veía como una senda recién nevada hecha de lucecillas misteriosas que se mantenían en el abismo del cielo… Pequeños y brillantes orbes que flotaban en lo infinitamente lejano.  Aquella contemplación me hacía pensar, sentir la grandeza del Universo. Mi tía me mostraba Sirio, el punto más luminoso, me quedaba asombrada cuando ella me decía que  era siete veces mayor que el sol… Las Pléyades, los millones y millones de bandadas de estrellas que corren vertiginosas por el espacio. Mi observación no podía abarcar tanta grandeza dentro de esos enjambres de estrellas sobre nuestras cabezas. Fue así como empecé a pensar en las estrellas, grandes, pequeñas, multitudinarias. Mis primeros poemas versaban sobre estrellas… La Estrella más bonita, Alpha y Omega… y tantos que todavía conservo en mis viejos cuadernos. Hoy, Navidad de Nuevo, he elegido un poema muy cortito que lo escribí paseando a la luz del sol, pero pensando en las estrellas.  Es mi regalo de Navidad para todos mis seguidores-lectores, a los que deseo paz, salud, amor, felicidades en estas fiestas y agradezco a María José, su excelente dibujo navideño.

Alpha y Omega

Debajo de la estrella
el olivo
y debajo
la espiga
una flor
y
la hormiga  
…debajo
más
abajo
está el agua
y la perla
y
detrás de la tierra
más
abajo…
¡Está otra vez
la estrella!

©Julie Sopetrán

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MUSGO EN LA PIEDRA

La belleza existe en el rincón más apartado.

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Llueve y la piedra lo sabe, se deja acariciar, abrazar, por la bufanda verde del musgo…
La belleza existe en el rincón más apartado. El tacto es suave y en la piedra, el musgo
expresa la fuerza primitiva de la naturaleza.

Es Navidad
Están frías las piedras.
El musgo crece.

©Julie Sopetrán

 

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